Actuación, el sueño de una generación
La lucha por los sueños se puede volver generacional y, seguramente, si la abuela de María Inés pudiera tomarla de la mano, como cuando era niña, la acompañaría al teatro a cada una de sus obras. Hoy, después de 13 años viviendo en México, al recordar su infancia en Mendoza, Argentina, su abuela y madre son las mujeres referentes de su vida, las semillas de su amor incondicional por la actuación.
“En la década de los años treinta, mi abuela, Emma, era una mujer bastante avanzada para su época. Amaba el teatro y la poesía. Se crió en un pueblo pequeño de Mendoza y se fue a vivir a Buenos Aires, donde se casó a los 24 años. Fue maestra y se preocupó porque sus hijas estudiaran arte. Mi abuela se separó de su pareja en los años 50, es decir, algo muy mal visto entonces”.
Emma llevaba de la mano a María Inés al teatro. La actuación era una carrera criticada para las mujeres, difícil de ejercer en una época de dictadura. Su tía Ibis Lusetti, que vive actualmente en Argentina con 85 años de edad, pagó el precio de los comentarios machistas.
“El machismo y el temor por la dictadura eran cosas que se unían. Elegí mi carrera en el año 1979, y cuando me recibí y quería empezar a hacer teatro con mi tía, me dijo que no quería problemas con mi papá”.
María Inés tuvo un trago muy amargo.“Cuando le dije (a mi padre) que iba a estudiar teatro en una Universidad, me respondió: ‘¿qué quieres? que te digan que sos una puta como le dijeron a tu tía toda la vida?’ Mi padre, mendocino, muy conservador”. Inés, al contarlo, sigue poniéndose triste.
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¿Cómo enfrentaban tu tía y abuela estos comentarios?
“Mi abuela me apoyó hasta donde pudo, incluso, cuando me casé a los 20 años con un señor divorciado me dijo: ‘mejor, tiene más experiencia’.
En cambio, mis padres hicieron drama. Emma es la mujer que me dejó mucha enseñanza. Siempre vivió en un departamento muy tranquilo, sin lujos, con lo necesario. Murió cuando yo tenía 28 años, y tres años después, murió mi papá”.
María es egresada de la academia de interpretación de su tía. A los 18 años ya era Profesora de interpretación y artes escénicas, cantaba tango y vivía en Rosario, una ciudad muy tanguera. Y ha sido desde entonces un desafío mantenerse en la carrera.
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¿Cuál es la percepción de la palabra actriz?
“Por ejemplo: no es lo mismo decir ‘el presidente está casado con una científica, que está casado con una actriz’. El tonito parece que está diciendo que es puta o algo parecido. Cuando llego a México, el 23 de mayo de 2007, fue como mágico, mi historia cambió".
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¿Has vivido alguna experiencia de acoso?
“En Televisa, un productor, cuando le pasé mi carpeta en una cita de trabajo, la dejó sobre el escritorio y me dijo que ese fin de semana se iba a Cancún. Esa fue la primera experiencia, no le importó nada de mí más que si yo me podía ir a coger con él a Cancún, entonces por supuesto que he percibido machismo".
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¿Cuál es tu percepción del feminismo?
“He tenido la oportunidad de conocer a mujeres feministas con las que empatizo con la lucha que yo no tuve cuando era muy jovencita. Tengo una hija de 37 años, es cantante y me enorgullece que ejerza su libertad. Luchó por su proyecto. Hay gente que se pasa toda la vida y no sabe para qué vino”.
Reactivar el Festival de Tango
“No sé hasta dónde tengo inteligencia emocional pero cuando empezó la pandemia, me preocupé por mis hijos que no tienen trabajos fijos. También, soy una persona a la que le gusta estar en su casa y no estoy todo el día en el chat hablando con mis amigas. Coincidí con una amiga psicóloga y otras psicoanalistas. Me puse a estudiar un poco más el piano”.
En el 2020, el Festival de Tango que se realizaba en el Centro Nacional de las Artes, uno de los proyectos más conocidos de María Inés no pudo cumplir sus 11 años de creación. Nunca fue su opción hacerlo virtual, porque consideró que había mucha oferta digital.
También pospuso el proyecto “Lo de Inés”, un espacio cultural (o en México cabaret) abierto los viernes y sábados en la planta alta de un restaurante, donde quería montar un escenario para un espacio de 70 personas. Otro proyecto detenido fue con el DIF nacional, siendo asesora de cultura. Los niños, adolescentes y adultos mayores están confinados desde hace casi un año”.
Entre los proyectos pausados está Nadie puede parar el viento, un homenaje a Mercedes Sosa “una mujer de izquierda de Latinoamérica”, donde participan dos artistas mexicanos y un argentino y se llama así por una frase que decía Mercedes, en alusión a que nadie puede parar la voz de los poetas, de los artistas.
Los únicos dos proyectos digitales a los que accedió participar, fue “Del tango al diván”, que es un monólogo musical y la obra ‘Muertas de hambre”, que tuvo buena respuesta streaming.
“Eso me motivó a hacer el festival de Tango este año de manera virtual, pero me saltó la parte económica, sobre todo para pagarle a las artistas. Me di cuenta que en todos estos años he hecho cosas bastante bien pero no me he dedicado justamente a buscar patrocinadores porque trabajo en la gestión cultural a través de instituciones”.